Estamos en un país en el que el hijo de un político corrupto aprovecha la fama y los contactos de su padre para lanzar su carrera musical. Intereconomía, Vanity Fair, El Mundo o El País les dieron a Willy Bárcenas y a su grupo -Taburete- una cobertura desproporcionada. Casi antes de ser verdaderamente famosos, hablaban de ellos como si ya lo fueran. Con todo a su favor, consiguieron triunfar y hasta crear escuela. La costumbre de algunas salas de pedirles pagar por tocar a las bandas que empiezan es otra ventaja más de los grupos pijos, frente a los que no tienen familias con dinero para apoyarles. Con este panorama, que Yung Beef llene el Apolo es algo a celebrar. Sin embargo, no consigo alegrarme del todo por él. La parte mas retrógrada de la actitud y el mensaje del trap me pone a la defensiva. Es algo que no puedo evitar.

Medios influyentes en el panorama musical —Sonar, Primavera entre otros— han admitido a este sonido en su catálogo de lo musicalmente correcto —al contrario de lo que le pasó injustamente al reggaeton de hace 15 años—. Pero cuando la policía del buen gusto toma partido, es momento para hacer que se enfrente a la borroka del estilo. Eso es lo que me propongo con este combate a tres asaltos en el que he puesto cara a cara a Taburete contra Yung Beef.

Ambos parecen empeñados en explotar una serie de clichés reaccionarios que tienen que ver con el dinero, las marcas o los asuntos de género. Quizás, si comparamos lo que dicen, hacen y piensan, nos sorprenda descubrir que el juego de provocación de ambos tiene bastante que ver en el fondo. Para decidir cuál de los dos fenómenos juveniles a los que representan es mas carca vamos a hacerles puntuar en estas tres categorías: ¿Quién es más fashion victim? ¿Quién es más retrógrado? ¿Quien es más capitalista?

¿Quién es más fashion victim?

Round 1

Tanto taburete como Young Beef parece que tienen afición por el mundo de la moda. Ambos han colaborado con marcas con estilos opuestos. Los pijos, como siempre, se las han arreglado para nacer siendo ya viejos. Se han aliado con tiendas y marcas de ropa de señor. Mientras que los traperos son fashionistas y siguen más la senda que  Kate Moss.

Yo tengo claro a quien prefiero. Pero Como los gustos son subjetivos, para decidir quién gana este asalto voy a detenerme en analizar algo más interesante. Se trata de ver como está trabajando su identidad cada uno.

Yung Beef y C. Tangana hablan en entrevistas de que se ven a si mismos como conceptos más allá de lo musical. Creo que entiendo lo que quieren decir, pero me da la sensación de que la suya no es en realidad una estrategia conceptual. A los que si que veo, en cierto modo, como una banda conceptual es a Taburete.

Para descubrir los matices que hay entre estas estrategias, es revelador fijarse en una diferencia: no es lo mismo montar un grupo conceptual que construir una identidad sintética posmoderna.

Grupos conceptuales

Todas las bandas tienen una idea de base, pero en los grupos conceptuales esa idea tiene un papel más central. Tanto a la hora de crear la identidad del grupo como como cuando son percibidos por el público, el concepto gana peso frente a lo musical.

Cuando estudiantes de bellas artes o críticos culturales se ponen a hacer música, les suelen salir proyectos conceptuales. Pero no necesariamente todos los conceptos son arties y están elaborados. Los hay más o menos espontáneos o más o menos complejos.

Bandas Conceptuales

High Concept es una táctica que se ha desarrollado sobre todo en la narrativa y en el cine taquillero. Consiste en buscar un argumento fácilmente reconocible, que impacta con solo una frase corta: «Una película de vaqueros pero en el espacio».

También existen algunos grupos de música que la han utilizado. Aquí vamos a ver algunos ejemplos.

Devo

¿Como serían los hombres y la música en una humanidad disfuncional en un proceso de des-evolución que le hace retroceder en lugar de avanzar?. Según Devo tendrían pinta de empollones de la universidad de Kent. Se vestirían con monos y llevarían conos en la cabeza. Su música sería un rock nueva olero con sintetizadores y baterias electrónicas que a finales de los 70 sonaban futuristas.

Village People

Village People. Eran unos gays que se disfrazaban cada uno de un cliché homoerótico y cantaban canciones celebrando el ambiente masculino de los albergues de las juventudes católicas o la marina. Por algún extraño motivo con aquellas pintas y actitud conseguían atravesar los filtros de la censura y la homofobia de la época.

Nouvelle Vague

Eran unos franceses que hacían versiones bossa nova de canciones de los ochenta. En otro artículo los comparamos con Los Sobraos. Éstos fueron automáticamente rechazados como pachanga, mientras que Nouvelle Vague tuvieron el aura de prestigio de un proyecto artie conceptual. Es verdad que el nombre del grupo y sus discos eran un juego de palabras cultureta, pero en el fondo, el concepto de ambos grupos era bien parecido.

Taburete

Podemos considerar a Taburete como un grupo conceptual con un concepto poco elaborado y algo cutre: hijos pijos de políticos y gente influyente de la órbita pepera que hacen una música de cuando sus padres todavía eran jóvenes. El público los reconoce por ello, la cercanía del poder le da morbo a sus fans y el grupo sabe explotarlo.

Podemos considerar a Taburete como un grupo conceptual con un concepto poco elaborado y algo cutre: hijos pijos de políticos y gente influyente de la órbita pepera que hacen una música de cuando sus padres todavía eran jóvenes. El público los reconoce por ello, la cercanía del poder le da morbo a los fans y el grupo sabe explotarlo.

Artistas conceptuales o divos postmodernos

Crear una identidad sintética es algo distinto. Yo diría que C. Tangana y Yung Beef van más por este camino. Se trata de una estrategia típica del posmodernismo de los ochenta. Fue sobre todo entonces cuando artistas como Grace Jones o Klaus Nomi perfeccionaron la figura del divo o la diva posmoderna. Ya Hablamos un poco de este tema al diseccionar a la primera Madonna. Mas recientemente, Lady Gaga ha seguido al pie de la letra las instrucciones de aquel manual, que aprendió en una escuela de arte.

Básicamente, son fenómenos que nacen y se incuban durante sus primeros años en el underground. Allí es donde crean un híbrido de tendencias variadas. La identidad se trabaja por capas de significado todas con la misma importancia —musica, imagen, texto, metatexto, concepto etc— El resultado es una personalidad que se desdobla y toma vida propia. En los ochenta solía ser un super hombre o super mujer con algo de robot. Ahora es un anti héroe malote.

Esos artefactos luego se lanzan al público por los canales de comunicación de masas disponibles. En su día la MTV, ahora, Internet. Tanto el trabajo por capas —del que hablábamos antes— como los medios de comunicación de masas forman parte de la estrategia de forma desacomplejada desde el momento cero.

En el caso de Young Beef los conceptos que maneja para crear la suya que luego lanza al mainstream por Instagram o Youtube son:

  • La sexualidad in your face del reggaeton / perreo.
  • El canalleo de bros de la calle.
  • La celebración de la droga y las ostentación del éxito del trap americano de los 00s.
  • El lujazo terrenal y feísta de marcas como Vetements y Balenciaga.
  • El «hazlo tu mismo» y la rebelión del punk.
  • El quejido romántico – quizás de la bachata o el flamenco-.

Las identidades sintéticas que están creando los divos de la música urbana son mucho más interesantes que el concepto simplón de los grupos pijos madrileños. Este asalto lo gana el trap.

El problema aquí es que lo que se nos presenta como rebelión de la calle no lo es en realidad. El punk es solo una parte en una estrategia más compleja. Pero es que ya no son los ochenta y ahora sabemos cuales son los peligros de jugar a este juego. La ironía posmoderna permite afirmar una cosa y su contrario. La fascinación por la fama tiende a descontrolarse y crear relaciones tóxicas de mitomanía entre el público y sus ídolos. Al final, el líder carismático termina haciendo de su capa un sayo. Por este camino la rebelión suele acabar en puro divineo.

YUNG BEEF

TABURETE

¿Quién es más retrógrado?

Round 2

En un país que está organizando su primera huelga general feminista hay sectores entre los jóvenes que prefieren la vieja guerra de chicos contra chicas de los que fueron al cole en EGB. Para los que se fijan en las tendencias, como funcionan por contrastes, ahora lo que toca es el no se puede.

La música urbana está llena de provocaciones retrógradas con la ostentación del dinero o los asuntos de género. Pero aquí nadie parece tener la exclusiva de la caspa. Willy Mcpolvins es el apodo del hijo de Bárcenas. Viene de su lista de chicas a las que les echaría un polvo. Inés Arrimadas o Rita Maestre son candidatas.

Lo que si que es una novedad es hacer de la corrupción algo aceptable entre los jóvenes y hasta cool. La folclorización que están haciendo de este tema Willy Mcpolvins y compañía es más fresca que el rollo de machirulos de barrio de los traperos y traperas.

– “¿Vendrá Luis (Bárcenas)?”.
– “¡Sí, seguro!”.
– “¡Luis, sé fuerte!”.

Del artículo «Oído en un concierto de Taburete» en El País (Agosto 2016).

Me temo que Bad Gyal, Yung Beef o C. Tangana no van a conseguir ganar a los pijos a retrógrados. Este punto es para los del pijopop. Cuando el hijo del ministro de defensa que gestionó de la peor manera posible un desastre aéreo como el del Yakolev crea un grupo con sus primos y se les ocurre llamarle Modo Avión, el abismo de vergüenza al que nos hacen asomarnos es inconmensurable. Ya pueden los traperos y traperas lloriquear con mensajes machistas todo lo que quieran o dedicarle canciones de amor-odio al dinero. Por este camino, no tienen nada que hacer.

YUNG BEEF

TABURETE

¿Quién es más capitalista?

Round 3

La obsesión por el branding es prácticamente una epidemia generacional que les afecta a nuestros dos concursantes casi por igual. Las redes sociales tienen mucho que ver con ello. Han conseguido que sus usuarios trabajen gratis para ellas subiendo su vida filtrada como un anuncio. Ya hemos hablado de este tema en profundidad en otro sitio.

Aquí hay una pequeña diferencia entre ambos. Los de taburete dicen que parte de su éxito se debe a que lo han monitorizado con técnicas de big data. Me reí mucho cuando lo leí ¡Qué valor llamarle así a lo que en realidad debe de ser que se han leido «analítica para principiantes» y poco más! Algo parecido me pasó al oír a Young Beef afirmar que apenas mira cuanta gente le sigue en las redes. Cuando eso lo dice un Instagramer con 141k seguidores, ya tu sabe, no es verdad. Sin embargo, le honra avergonzarse en lugar de alardear.

Pero ahora viene el momento en el que Young Beef demuestra lo jefe que es. En el minuto 09:50  de esta entrevista expone una teoría de cosecha propia bastante alucinante.

Como lo oyes.

La definición de rico es una persona que no busca dinero sino que se convierte en si mismo en dinero. Se da valor a su persona hasta un punto de que no le hace falta dinero ¿Sabes? Tu eres dinero, directamente, tu eres crédito.

Yung Beef entrevistado por Ernesto castro

En medio de un discurso acerca de lo emancipador que puede ser tener la suerte de vivir de la música —un privilegio en estos tiempos— es capaz de soltar esa perla anarcocapitalista. Con sus planteamientos económicos acaba de adelantar por la derecha no solo a Taburete sino a casi toda la UE.

Es como una oda al micro-emprendedor, esa figura que han popularidado Airbnb, Uber, Glovo o Deliveroo. Una invitación a que mercantilicemos cada aspecto de nuestra personalidad como sucede en Instagram, Facebook o Youtube. Una manera casi mística de celebrar la gig economy -la economía de los bolos- el capitalismo de plataforma digital en el que se desenvuelven los jóvenes precarios de las generaciones Y y Z.

¡Ah, espera! que quizá sea ironía otra vez. Pero mientras nos lo aclaran, esa mentalidad se propaga por el ambiente: «Hoy me ves aquí tirado sin un duro pero que conste que si quiero le doy una patada a una piedra y me llueve el dinero. Yo se como monetizar mi carisma y mi arte». Así es como alguno va por la vida. Orange ya está explotando este estado de ánimo en este anuncio dirigido a gente de esas edades.

Hablando de marcas. Yo pensaba que a Vetements y compañía no les iba a funcionar su vieja estrategia esta vez. Darle la vuelta a la energía y la estética de la calle para hacer dinero con ella y convertirla en moda que se dicta de arriba abajo. Me imaginaba a la gente de esos ambientes rebeldes riéndose a la cara del que apareciese con con unas Balenciaga caras que parecen de mercadillo. Me equivocaba. «Baby, ponte las Balenciaga». Con toda la ironía que se quiera, pero no deja de ser un product placement incluido en la mixtape A.D.R.O.M.I.C.F.M.S 4. Espero que, por lo menos, les haya cobrado bien.

Me pregunto ¿cuándo Yung Beef dice que siente que es crédito, en que se lo imagina? ¿en dólares, euros, bitcoins, vales de ropa de marca …?  Me sabe mal, pero, por si acaso, y hasta que no lo tengamos claro, el punto del capitalista se lo damos a él.

Y ya tenemos resultado:

YUNG BEEF

TABURETE

¡Enhorabuena machotes del trap! Vais ganando —aunque yo me plantearía seriamente si no os equivocáis de partido—.