¡Jaleo!
De tecnorumba, electrorumba y houserumba
La rumba como género es especialmente promiscua. A cada paso, se ha dedicado a fusionarse con los estilos que se ponían a su alcance. Su evolución desde los sesenta hasta hoy es una sucesión de híbridos trepidantes que han animado guateques, salas de fiestas y saraos de todo tipo. El gypsy rock, el sonido caño roto, La rumba catalana, la vallecana, Los Chichos, Lola Flores, Los Amaya ¿Por dónde empezar?. Con tanto material, la rumba no da para un solo episodio nacional de la música de baile sino para varios. ¿Y cuál he elegido yo para hincarle el diente?. Pues como la cabra siempre tira al monte, mi radar ha empezado automáticamente a detectar esos arreglos de teclados y sintetizador, esos ritmos enlatados y esas bases electrónicas de los sonidos más ochenteros y noventeros de la Rumba.
Luego, con medios y técnica rudimentarios, he preparado esta mixtape con mis favoritos de tecnorumba. ¿Algún fan de Depeche Mode o de Kraftwerk en la sala? Leed y escuchad y después hablamos…
Los Modernos
y la rumba
Cuando parte de la juventud española empezó a modernizarse a finales de los setenta prefirió inspirarse en movimientos extranjeros como los nuevos románticos o el post punk. En Valencia, por ejemplo, el giro vanguardista de la discoteca Barraca, la pionera de la ruta, consistió en sustituir el disco y la rumba por música alternativa anglosajona a la que ellos directamente llamaban «música blanca». Pero el éxito de Los Chunguitos o Los Calis en esos mismos años es una señal de que los ritmos bailables aflamencados nunca dejaron de sonar en otros ambientes que no se preocupaban tanto por estar a la última.
La anglofilia dominante muchas veces eclipsaba a los estilos más autóctonos. Sin embargo, la música flamenca o la latina y los modernos nunca llegaron a desconectar del todo. Entre ellos siempre hubo quienes la reivindicaron, a veces con un enfoque kitsch. Curiosamente, la música anglosajona se adoptó como propia, mientras que estilos culturalmente más cercanos empezaron a parecer una influencia exótica.
La movida madrileña intentó redimirse el día que invitó a unos rumberos a su programa de TVE más emblemático. Paloma Chamorro les dio expresamente el certificado de modernidad a Los Chunguitos en La Edad de Oro. En ese mismo programa, Ariel Rot contaba como solía acercarse a las discotecas de barrio para observar un fenómeno inexplicablemente ignorado. Por su parte, la rumba continuaba a su aire absorbiendo los estilos que le rodeaban como de costumbre, experimentando mutaciones como las que vamos a ir viendo.
Trans Rumba Express
El sonido electro funk empezó siendo el favorito de los que bailaban breakdance y acabó infiltrándose en el pop mainstream de los ochenta. En 1982, los chavales que hacían hip hop en el Bronx samplearon Trans Europe Express de los alemanes Kraftwerk para darle un aire futurista a su música y causar sensación en las discotecas de Manhatan. Esa influencia europea del electro acabo rebotándonos de vuelta e inspirando a cantidad de músicos de aquí. Entre el 83 y el 85, los grupos que querían sonar a la última se ponían en plan electro funky.
Unos cuantos de los que estaban haciendo rumba y flamenco también se contagiaron. El Arri-qui-taun de Laín es electro. Los ecos de este sonido también suenan en otros trabajos de la época como el single Quedemos Juntos del guitarrista Enrique de Melchor, el primer disco de Martirio, los inicios de Azúcar Moreno o el disco de Remedios Amaya en el año en el que se presentó a Eurovisión.
Made in Barcelona
En los 80s, artistas veteranos o nuevos le perdían el miedo a los ritmos programados y daban más protagonismo a los teclados. Los Calis, alguna canción de Los Chunguitos o El Jeros fueron por ese camino. Pero fue en Barcelona donde más se animaron a hacerlo.
La rumba de sintetizadores hecha allí esperó a la segunda mitad de los ochenta para popularizarse. Su éxito más conocido fue Hola mi Amor del Junco. Un tema de 1986 compuesto por él, al que se le añadieron unos teclados que no desentonarían en cualquiera de los primeros discos de Mecano.
Hay muy poco publicado en Internet sobre esta subtrama barcelonesa ochentera del episodio de la rumba. Siguiendo el hilo de los créditos que aparecen en los discos de la época, me he hecho una idea de como pudo suceder la fusión.
En varios de los trabajos de este sonido hay nombres que se repiten como los de los teclistas y arreglistas Llobell y Cusidó que parecen tener un papel clave. Antes participaron en aventuras musicales muy diferentes. Se les puede encontrar grabando música disco instrumental, colaborando con grupos de la nueva ola en la discográfica Belter, haciendo versiones tecnopop de música clásica o produciendo a algunos de los artistas que ya aparecieron en el episodio del sonido Sabadell. Seguramente, las influencias acumuladas en esos proyectos salieron a relucir cuando se pusieron a mezclar la rumba. Normalmente eran los rumberos los que les traían la música y las letras y ellos se encargaban de actualizar el sonido con los arreglos y la producción.
La discográfica independiente Horus de Barcelona fue la que se fijó en este nicho e intentó sacarle provecho. Allí fue donde publicaron El Junco, Los Chavis, Tijeritas o Las Zíngaras.
Vámonos de Gasolineras
Cuando rastreas el catálogo de Horus la mayoría de las referencias aparecen en cassette. Es un indicio de que estamos hablando de lo que se conoce como música de gasolinera. Así es como se etiqueta a ese circuito de distribución musical que tiene los puntos de venta en mercadillos y expositores de estaciones de servicio y bares de carretera. Allí nunca se vendieron vinilos, sino cassettes primero y CDs después. Tengo mucha curiosidad por saber más de este fenómeno. ¿Qué proporción de las ventas totales se hacían de esta forma?. ¿Qué artistas vendían así y cuánto?. Era un tipo de música que muchos pensaban que estilísticamente no estaba a la altura. ¿Con qué criterio? ¿Quién decidía lo que se destinaba a esos expositores?.
En una entrevista reciente, Los Chichos cuentan como las discográficas al principio no les hacían caso por que los veían demasiado gitanos. Cuando por fin consiguieron grabar, sus discos fueron éxitos inmediatos. Curiosamente, las ventas millonarias no les abrieron las puertas de los cuarenta principales, que nunca pincharon sus temas. Su música se consideró de bajo nivel y sus letras políticamente incorrectas.
¿Ha sido la música de carretera la forma de llegar a un público que por razones de estilo, de raza o de clase quedaba desatendido?¿Esas consideraciones son un cálculo de la industria?¿Es una estrategia equivocada como paso con los Chichos, o el reflejo de los prejuicios de la audiencia mayoritaria? Me gustaría investigar más sobre este tema del que no conozco lo suficiente.
House
Ibiza fue foco de la cultura rave y de la fiebre del house. La mezcla de músicas que se pinchaba en el Amnesia fascinó a los Djs ingleses que se inspiraron en ella para empezar una revolución juvenil en su país. El house flamenco de Raul Orellana -el residente de Studio 54 de Barcelona- se pinchaba en las sesiones de sonido baleárico. En este vídeo suena su Real wild house justo después de Technotronic durante el cierre del Amnesia en uno de sus mejores años.
Ese mismo sonido housero se puede rastrear en otros temas de flamenco y rumba como este de Sombra y Luz.
Tecnorumba 90s
Cuando los beats se aceleraron y los ritmos se endurecieron, a la rumba le pasó lo mismo. Tonino o Tijeritas, entre otros, incorporaron la electrónica noventera en sus trabajos de esos años.
Lo de tecnorumba valdría para casi todo de lo que venimos hablando aquí, pero se suele usar en particular para Camela y compañía. Con ellos se repitió la historia de un grupo superventas que los 40 principales ignoran y se hace popular en emisoras como Radio Teletaxi. Empezaron con maquetas autoproducidas y con la compañía independiente Producciones AR y acabaron creando escuela.
Rumba contra bossa
¿Alguien se acuerda de Los Sobraos? Fue un grupo de versiones tecnorumberas de los 90. Lo curioso eran las canciones que elegían como materia prima. La cantadita tecno de Rai Quiero verte, un éxito del britpop de Oasis o canciones de pop español ochentero, fueron algunas de las seleccionadas.
Ahora, intenta recordar a Nouvelle Vague. Eran unos franceses que hacían versiones bossa nova de canciones de los ochenta. Los traigo a colación porque los primeros fueron automáticamente rechazados como pachanga, mientras que los segundos, tuvieron el aura de prestigio de un proyecto artie conceptual. Es verdad que el nombre del grupo y sus discos eran un juego de palabras cultureta, pero, en el fondo, el concepto de ambos grupos era bien parecido.
Seguramente, en ninguno de los dos casos, se trataba de grandes intérpretes. La gracia estaba en utilizar en la música la táctica high concept, más propia del cine taquillero. Los Sobraos lo hicieron primero, pero fue a los franceses a los que más se les rió la gracia. En su momento, se les invitó a todos los festivales respetables. Con la rumba suele pasar eso, muchas veces se le trata con desdén, mientras se ensalzan cosas peores.